A veces despertamos, y quizás necesitamos más pilas que otros días para emprender la tarea. Pero la pasión es un motorcito mágico y escondido, que me ayuda a abrir el pecho y dejar que la nostalgia a tanta cosa ida se vaya de mí y a ocupar mi energía en lo presente. Y quizás, no le doy las gracias como debiera a ese motorcito.
Estamos aquí, no cabe duda,y nuestros caminos no se alejan demasiado. Cada uno desde su orilla, ve al otro, y estoy segura que sin maldad, y con amor. Yo aprendo mucho. No dejo de aprender. Muchas veces le doy una vuelta a lo que has escrito, revisandome. No es que te crea un espejo de la conciencia, pero eres otro yo, un Otro, que tiene mucha relevancia para mí, que se conmueve con cosas parecidas, y tus palabras me han servido en los años para ir reflexionando mi camino. Y tampoco te he dado las gracias en ello. No creas que me come la ingratitud, pero sí la timidez y la vergüenza. Es como quedar desarmada ante tu alma. Nada más.
Para sobrevivir elegí la pasión. Ya sea para enojarme o para amar. Sin pasión he visto, que es un puro masoquismo afrontar la vida. Es pasión lo que me tiene aquí. Es pasión lo que me da paciencia y esperanza. Es pasión lo que me permirte tomarme los silencios y no perderme en ellos. Es pasión lo que me deja abandonarme a la nostalgia a gusto. Pasión es lo que me deja inmediatamente reír a carcajadas. Es la Pasión mi motor. Y en ese motor, yo veo mi otro tú.