Y llegué. Me metí a un café del terminal , he hice tiempo hasta que calculé que algunos negocios que queria visitar estarían abiertos y me solté en la matrix un rato.
Se siente raro, no ser nada, ni nadie para nadie. Una cara más, entre cientos en el día. Y no ser de la raza de los "enchufados" como escuché a una sra en el metro, refiriendose a todas esas personas que estan pegadas a su celular: no ven a quien tienen al frente, no ven caras, no escuchan, zombies tecnos.
Estuve viendo personas, escuchando historias, riendome en algunas y lamentando otras. Después de un par de horas y varias cuadras decidí venirme a la cota mil, pero en micro y colectivo, primero de puro amarrete, y segundo, para hacer algo distinto. Y seguir escuchando historias y datos.
Ahora se trata de dormir. Que mi cuerpo cansado le diga a mi mente ( que no se cansa nunca la weona) que se duerma y reponga pilas para las clases y viaje de vuelta.
Tengo una compañera, chilotita como yo. Claro que ella es toda fifi de tanto vivir en la cota mil, donde hasta la iglesia está cercana al cielo. Aquí la gente no va parece a la misa, porque de seguro de vivir tan alto, son weones angelicales jahahahahahah
Como sea, mi amigui es toda alegría cuando llego.....Y pensar que cabías en mi mano, saco de rulos.