Tu voluntad y no la mía.
En el espacio que tú creas,
sé que en este día
me sostienes en mi pena.
Perdón, por no entender
la belleza de tus designios,
¡...es tanto lo que ves
y yo ciega de destino!
Perdón, por no entregarme
y vestirme de orgullosa
no acogerme a tu vereda
y fundirme con tu sombra;
por no abrir el corazón
mucho antes que la boca.
Perdón por la pereza
para ser mejor persona;
llorarte mis espinas,
no reírme con tus rosas...
Gracias te doy, Señor
por todo lo que me has dado:
ya sea el amor o el dolor
ha venido de tu mano
sé que vas labrando así
a la más pequeña
de los campos...
Gracias por tu presencia
infinita de este día.
Te entrego humildemente
un sueño que tenía,
y que tambien conoces
cuánto lo quería...
Que corra en tus estrellas
bendito en alegría
y que venga, si tú quieres,
cuando pueda ser más digna.
Hay un par que anhelan
...ese don... un día.