Me encantan hundir la nariz en las cosas que se usan en la cocina. Por ejemplo, el olor de la pimienta de canelo, es una delicia del bisque. Levemente picante y tostado, pero delicioso en su simpleza. Siguiendo con lo picante, me encanta de vez en cuando abrir el sobre con pimienta rosa, que me recuerda ese sabor nogalado de un pescado en una comida bahiana de un restaurant en Brasil.
La vainilla, me relaja. Me recuerda las galletas de mi mami o esas galletas de animalitos. Me acoge. Incluso, cuando ando pesadita, me voy a olor la vainilla, para relajarme.
Los curry, mmmmmmm, una armonía de toques. Pero sobre todo me abre el apetito. Me lo pegó Mario. Ese toque oriental que me encanta.
El cilantro, es casi afrodisíaco. Aparte de que me da lujuria por aquello en lo que está servido. El cilantro, es mi hierba fetiche.
El sésamo, tiene ese toque tostadito que como que te llena, pero de forma liviana. Me causa la sensación de los crispis del pollo, pero en la ensalada. De hecho, el sésamo me gusta en el pan, en la ensalada, en la sopa, en las carnes, en fin....en lo que haya para echarle.
El merken me recuerda Chacao. Siento ese olor, y aparecen recuerdos de 5 años, juntando choritos en un tarro, jugando mientras mi tía cocinaba fideos con salsa y toques de merken...qué delicia de delicias!
El comino es mi mami y el orégano es mi papá. Para mi mamá es su especie máxima, no se atreve de más ahí y el orégano,mi papá se lo ponía hasta el pan.
Las almendras tostadas, o en chocolate, en sopa de palta, o así solitas, me recuerda a alguien. Es un olor en el que me encanta hundir la nariz. De hecho, duermo con un perfume de almendras en mi cama. Aparte de mi saquito de lavanda, escondido bajo el cojín.
El eneldo, no sé porque me conecta con la elegancia. Es tan finita y enriquece hasta el más humilde pan con queso.
Mañana sigo evocando aromas...La mezcla de vainilla y almendras me estan cerrando los ojitos....buena noche.