Es difícil mantener el optimismo en estos días...los ambientes están turbulentos y al prender las noticias, se escuchan cosas tan feas! Por eso, yo veo la tele a esas horas. Prefiero leer. No es que ignore que el mundo pasa dolor, pero prefiero dirigir mis energías para estar bien arriba para cuando se acerque alguien que necesite de mí, yo pueda ayudar. Si todos nos ponemos a llorar, no quedará nadie que recuerde cómo reir.... Y esta ciudad, siempre hace falta. Hace falta de todo. Nadie sobra. Sólo la gente que no quiera cooperar. Esa, puede irse a otro pueblo.

Hoy creo que mi perra me hará abuelita de nuevo. No alcanzamos a esterilizarla en la parición pasada y ahora esta que pare. Sus otros hijos andan nerviosos, pero bueno, vida es vida y siempre es bienvenida. Si calma la lluvia, me iré a mirar por debajo de la casa con la linternita ;)

Qué justo y necesario es sentarnos frente al Miedo. Mirarlo a la cara y sentirse un punto del universo. Y aún así, no perder la conexión con esa certeza que algo divino tenemos todos. Nos desnuda de los prejuicios, de lo innecesario. Nos ordena las prioridades, nos desarma de todas aquella caretas. Con el tiempo, he aprendido a agradecerle al Miedo, que me baje la pluma...y algo parecido me ocurre cuando te veo. Lo hago, no tanto para saber de tí, como para saber de mí misma. Para recordarme cuán vulnerable soy. Que todavía, una mirada puede levantarme al cielo o hacerme pedazos. No te miro para espiarte, te miro para conocerme. Y con el respeto y el agradecimiento que se le tiene a los Maestros. Ofreciendo, ofrendando el corazón...