Hace un par de días, cuando todo el mundo estaba en silencio, así de la nada, el Sr Facebook me muestra la carita de alguien y me pregunta si lo conozco. Y me muestra la selección de fotos más linda que he visto hace tanto tiempo. Y confieso que me temblaba la mano como si no quisiera que se me rompiera el teléfono o la magia que había conseguido eso. Como una puerta abierta entré, pero no por morbosa curiosidad, sino más bien, como cuando ves algo muy hermoso, y no le puedes sacar los ojos de encima, porque no ves otra cosa. Y así me sentí, entrando en puntillas, rezando para que el piso no crujiera, me echaran los perros o saliera alguien y me expulsará (con todo su derecho igual). Recorrí cada foto, en cada foto me senté y le hubiese dado like y corazones a tantas! Las nubes grises, azules, de humo, abiertas, desde abajo, desde arriba, los amaneceres naranjos, los botes, los caminos, las islitas y el reflejo del piloto, las playas, las casitas trepando cerros, la gente y su arte, los animales, las piedras, tantas historias! De hecho, he seguido viniendo de madrugada, y me siento calladita, miro, viajo, suspiro, y rezo. Sip, rezo porque no quiero que nadie me ladre y me cierre la puerta! 

Hay un gesto que FB hace cuando escribes la palabra felicitaciones. Aparecen unas manitos, y se despliegan corazones, brillos de magia y tintineos. Ese es el mío. Quizás en algún momento escriba la palabra. Un día en que no me sienta intrusa en casa ajena, sino como "amiga pasa! mira, siéntate, un té??? tómate tu tiempo, descansa un rato".  Por ahora, calladita pero con los ojos llenos de tanto mundo bello.