Y venían ángeles y duendes a levantar mi vestido
Danzábame el alma junto al cuerpo
El alma dirigía las tormentas lacrimales
y los fuegos sagrados de mis criptas
Y el cuerpo llovía movimiento
Y derramábase sobre los seres en forma de luz infinita
Y ellos sonreían y yo bailaba
Y yo sentía el éxtasis de la alegría de la música…
Y el acordeón,
gemidos exquisitos que elevaban mis brazos
para tocar las estrellas
Y extenderlos como alas....
Habíame poseído un hado esa noche de luna
Habíame tocado con su vara los velos
Habíame bañado de estrellas el cuerpo
Y brillaba el cielo sobre mi piel