Entre las cosillas que hice, anduve en Brasil paseando algunos días y celebrando mi cumpleaños. Qué maravilla de país y de gente. Me vine con el alma llena de muchos lugares, muchas sonrisas, mucho mar, mucho sol, ahhhhh qué rico!!
Brasil rompió todos mis temores. De que es peligroso, de que es muy consumista, de que feo, y bla bla bla. Nos recibió un día algo nublado, junto a otros chilenos que tambien esperanban sus transfers. En el nuestro, todos eramos chilenos camino a Buzios por algunos días. Una distancia de más o menos 200 km que se recorren en 3 horas de viaje más o menos, con una parada de media hora en un terminal, para descansar y caminar un rato. Esa salida ya es un viaje turístico en sí, donde se ve cómo va cambiando el paisaje. Los conductores, son tema aparte. Todos son unos Ayrton Senna en potencia, con la diferencia que nadie anda haciendo estupideces como aquí en Chile. La gente maneja muy rápido, pero al justo! parece un video juego. Los parajes son como aquí en el Sur. Muy campestre, lleno de vaquitas y de verde, sólo que las casas son más altas, hechas de cemento, ladrillos o adobe, y techos de tejas. Cuando llegamos a Buzios ya era de noche, cumpliendo casi 24 de viaje, desde que habíamos salido desde nuestra casa. Por la oscuridad, sólo podíamos distinguir grandes plantas y las luces de las posadas mientras el guía te da las indicaciones para moverte en el pueblo: todos hablan portuñol, no tome el agua de la llave, la seguridad es máxima con tres tipos de policias, y no camine por las piedras porque los erizos son ponzoñosos. Llegamos a nuestro hotel, una maravilla cálida, donde nos esperaban para cenar, y donde nos aconsejaban irnos al jacuzzi para recuperarnos del viaje. Y así lo hicimos. Despertar en los días siguientes fue paradisíaco. Rodeados de verde exhuberante, platanos por todos lados, samba en la radio desde temprano, un sol calientito a las 7 de la mañana, los grillitos cantando, desayunabamos tempranito para aprovechar los tours que teníamos contratados y despues liberarnos. Fue así como recorrimos las playas en velero, visitamos las ciudades y playas cercanas como Cabo Frío y Arraial do Cabo ( de arenas blancas y agua celeste). Una vez que aprendimos a movernos, volvimos con unos amigos, a repetirnos los paseos a la pinta nuestra. Buzios a todo hora es un encanto, lleno de música, de olores, de cosas para ver, para hacer. Gente de muchos países vive en aquí, encontrandome con dos chilenos uno que llevaba 18 años y otro 6 meses. Comer rico, escuchar música divina todo el día, y por la noche piscinearse de lo lindo antes de salir a carretear.
Río es otro cuento. Es realmente la ciudad maravillosa. Algo imponente eso sí cuando vienes de un lugar tan relajado como Buzios, pero cuando ya empiezas a caminar junto al mar, rápidamente te integras y te conectas a la onda carioca. Incluso, moverse dentro de la ciudad es más fácil que en Santiago. El metro es ordenado, las micros muy cómodas con aire acondicionado y con cajeras humanas aparte del validador. Los recorridos estan clarito. Y si quieres viajar más autoctonamente, te tomas unos furgones, las combi, que por dos reales te llevan a todos lados, casi como en un tour. Fuimos al Cristo, al Pan de Azucar,a la Catedral, al Maracaná, al Sambodromo , de compras un rato a Barra, que es como la zona de shoppings y malls de Río, y de ahí, playas varias, paseos por Santa Tereza, que es uno de los barrios más antiguos de Rio, como un Valparaíso, pero sin perros ensuciando la calle. Su tranvía es un encanto, paseo que no te puedes perder porque es demasiado Brasil. Entre los turistas la gente hace su vida de todos los días, se llena de colegiales, de mamás que hacen las compras de la verdura, de viejitos que van al médico, de trabajadores que vuelven de la pega. El bondinho es historia viva por todos lados.
Tengo mucho de relatar, pero más tengo mucho que agradecer. Porque no todo es pura maravilla por allá, tb sufren de la pobreza y muchos otras cosas más quizás más terribles que en Chile. Pero me enseñaron que algo tiene dentro de sí, que los hace no complicarse, no amargarse, no apagar la radio. Dejar que la música se lleve las penas, compartir con una cachacita, o una cerveza con los amigos, y fluir. Simplemente, manifiestan su alegría de vivir, y si por el camino, pueden ayudar, lo hacen. Parte todo mejor, si comienzas con una sonrisa y dices deseandolo tambien : Bom Día ( Buenos días)
