Escuché por ahí, que cuando uno tiene un deseo, debe pedírselo a una mariposa que lo lleve a lo alto. Ellas no tienen voz, pero pueden volar muy muy arriba, y llevar la petición hasta el cielo y contarsela a Dios. Yo quisiera soltar mi mariposa, pidiendo tranquilidad para todos. Que la angustia, la mala onda, la apatía, la violencia, el rencor deje espacio a otros sentimientos más constructivos, más luminosos, más alegres. Cuánto desgaste en andar enojado, o sentir que hay que defenderse u ofenderse con el mundo. No habría que gastar energía en eso, si todos pusiésemos un poquito más de voluntad en no ladrarle al vecino, en no ver tanto la paja ajena, en valorar el instante que se tiene y no tanto el pasto de al lado. A contactarse con la alegría, con los buenos momentos. Quizás así, la tierra no quiera sacudirnos de su pellejito al ser unos parásitos tan inquietos y destructivos.

Deseos, ponga su deseo...mientras tengamos mariposas.....