Despues de un vegetariano almuerzo, nos fuimos a la playa con la Cata. Mario volvió a la oficina y nosotras recogimos caracoles para hacer collares con la brujita....en resumen, día parejito de relajado.
Mi mami esta en Valpo con su mami y su hija, como dice la Cata. Y me quedé pegada en la playa, recordando mis veranos allí, y lo mucho que esa ciudad impregna mi niñez. Valparaiso tiene para mí, olor a galletas recien hechas y helados. Tiene marcha suavecita de troles, y olor de tarros viejos en sus negocios. Tiene murmullo de palomas por todos lados y la boca abierta de tanto subir escaleras. Mi abuelita, me decía que las piernas se me pondrían muy bonitas si me iba y volvia corriendo a comprar el pan, recien hecho en la panadería. Y no es que tuviera que rogarme mucho, porque para mí era mejor que ir a Fantasilandia, que me mandaran a comprar el pan, porque aparte de comprarme una bolsa con varios mantecados, me arrancaba a la iglesia La Matriz a recorrerla un buen rato, a acomodarle las flores al Cristo, o a prenderle las velitas que se apagaban. Otras veces, me iba donde había una animita, y me quedaba un buen rato sentada ahí, como acompañando al alma del niñito que murió en ese muro. Sentía una maravillosa sensación de libertad. Valparaiso tiene esa cotidianeidad tan antigua, tan humilde, de viejito pobre que no desea molestar. De bar de marinos que se quedó pegado esperando los viejos barcos....Quizas nos parecemos y por eso me gusta. Nos quedamos esperando....
Mamita, yo sé que esta canción te gusta mucho. Y a mi también.
Yo no he sabido nunca de historia
un día nací allí sencillamente
el viejo puerto vigilo mi infancia
con rostro de fría indiferencia
porque no nací pobre y siempre tuve
un miedo inconcebible a la pobreza.
Yo les quiero contar lo que he observado
para que nos vayamos conociendo
el habitante encadenó las calles;
la lluvia destiño las escaleras
y un manto de tristeza fue cubriendo
los cerros con sus calles y sus niños.
Y vino el temporal y la llovizna
con su carga de arena y desperdicio,
por ahí paso la muerte tantas veces,
la muerte que enluto a Valparaíso
y una vez mas el viento como siempre,
limpio la cara de este puerto herido.
Pero este puerto amarra como el hambre,
no se puede vivir sin conocerlo
no se puede vivir sin que nos falte,
flamear viento sur los volantines
el pescador de jaivas que entristece
nuestro paisaje de la costanera.
