Pero aparte de eso, las tres horas de clase seguida me pasan la cuenta. Me tendré que frotar con caloru y cataplasmas de barro como las viejitas, jajajaja
Fuera de talla, me encanta hacer la clase. Siguen llegando gente nueva, seguimos avanzando las más antiguas, y yo sigo estudiando y estudiando por ellas, por mí, por seguir creando, por seguir haciendo que la bolita ruede. Y más si las cabras chicas son tan divertidas y me hacen reír con sus ocurrencias. A pesar de ser la ultima clase, y quizás la más exigente, las quiero muchísimo.
Lo único que me tiene como incómoda, y me da tanta lata que sea así, es que ahora con mi profe tenemos el mismo horario. Viene a hacer una clase, pero una más tarde de lo que empiezo yo. Y no tengo miedo de competencia. No es eso. En este tiempo, estamos en diferentes ondas, y yo tengo bastante definido lo que me gusta y lo que no. Pude darme cuenta de otras cosas con el tiempo tb que no vienen al caso. Es más que nada el hecho, de que a pesar de tener ofrecimientos para hacer clases en la otra ciudad, a mi no se me pasaría por la cabeza por un asunto de lealtad supongo. Y tb entiendo que ella tiene otras urgencias que cubrir que la motivan a esta situación. Pero igual, es como amarguito. Gracias a Dios, con mis grupos vamos muy bien y sostenidamente. Yo no quiero ser única. Quiero que mis alumnas lo pasen bien. Se expresen. Sobre todo aprendan. Que puedan replicar perfectamente lo que les muestro. Que esten al tanto de lo que se hace en otras partes del mundo. Que conozcan de historia, de conceptos, y no llegar a improvisar a última hora. Recibo mucho más de lo que yo les doy. Y la verdad, eso aparta rápidamente ese amarguito.
De nuevo, la tarea diaria no pasa por lo que ocurre fuera. Pasa en cómo yo me siento respecto a esas cosas aquí dentro. A veces, esta tarea de apagar la mente y dejar el vacío se haga presente y total se hace muy pesada. Y ya con eso, todo se va a la cresta. Es querer ser místico a la fuerza. Yo no quiero ser mística. Yo quiero ser feliz, todo el rato. Así no más. Estoy certera de que mi felicidad se contagia. Pero tambien acepto que aquellas cosas que me molestan solo hacen que me ponga en evidencia. Quizás eso sea lo que me molesta en verdad: pillarme molesta. Reconocer que me afecta. Ay sí. Yo creo que eso lo que me molesta sobre todo. Pero ¿por qué tendría que ser infalibe a tales cosas? Debe ser como en el baile. Si el giro no sale perfecto, es que no estoy ocupando mi espalda adecuadamente. Me he apartado de la técnica y me he quedado pegada en el reflejo del espejo. Cuando me molesto debe ser igual: me aparto de la técnica para estar bien y me quedo pegada en la molestia. Pero aprendo, tomo nota, me tropiezo, me saco la recontracresta, me choreo, y vuelvo, cual perro arrepentido a comenzar de nuevo. Quizás hay que ser muy valiente para iluminarse.... y yo muy cobarde, pero quizás se me pasa el miedo algun día.
Ella la mízzzztica, jajajajajjajaja En esta vida, a veces, hay que autoweviarse.