Día de lluvia. Ayer en el campo, igual se rajaba lloviendo...mi mamá con la Ely se pusieron a recoger manzanas, mientras yo estaba tendida en la cama, esperando que el diclofenaco me quitara los retorcijones feroces que me dan cada mes. El Kodita, que ya cumplió dos años el 27, me miraba y me hacia cariño con su hocico.
Durante la mañana, pasé al lab a ver a mi mamá y llamamos a la Natty, a la enfermera de mi papá. Hay que esperar y ver el resultado del scanner par saber si seguiran con el carboplatinol, o si lo suspenderan por un tiempo, para dejarlo solo con su quimio oral. No deja de darme un poquito de tristeza, pero bueno, una cosa es que no le hable y otra muy distinta es que no esté al tanto de su salud. Y prefiero hacerlo así, porque puedo saberlo con todo detalle, y no esos pedazos a medias que mis hermanos siempre se olvidan de preguntar.
El papá de mi vecinita sigue mejor. Por lo menos con más ánimo.
Por alguna extraña razón, por esos deseos extraños de los seres humanos de querer mirar como va girando la rueda de la vida, recordaba que hace un año, yo estaba retorciendome de dolor con el famoso cálculo, y llorando porque un medicucho kería "puro tajearme" para sacarme la piedrita. Que me sentí querida y cuidada, y que pude compartir con gente muy especial. De hecho, conocí en ese viaje a la Angélica. Y si bien su sobrino me dejo de querer, supongo que ella no, pues seguimos hablando con regularidad. Si alguien me hubiese dicho en ese momento lo que pasaría despues seguro que le habría dicho que estaba loco.
En mayo, que esta empezando, me hice un tiempo tambien, para ver la clase de mamá que he sido con cata. Y ahora, estoy tan feliz de habermela jugado por ella, haber salido adelante, habernos acercado, ser tan yuntas, que este ha sido el primer año de mi vida que me siento mamá al 100%.
A veces, de cuando en vez, todavía me quedan los miedos de no ser buena para la gente. De ser mala persona o querer mal o no saber querer. a veces, alejo lo que más quiero, y lo que más quiero, no reconozco ante nadie cuanto lo quiero. Como si fuera una falta o un pecado. Es tonto, pero bueno.....He aprendido a querer mi forma de amar y aceptar que yo no soy de cariños tibios ni miradas lánguidas, con ojos en meditación zen. Cuando algo me gusta, me gusta a concho y cuando no, tambien lo expreso. Soy pasional y eso, cuidando de no hacer daño, no es malo. Un estado de revolución permanente, queriendo ser mejor. Una mala hierba quizás, pero consecuente. O al menos eso intento. Ahora, él que me quiera, tendrá que estar tan seguro de sí, que no tema ser menos por mí, o por mi forma de ser. No quiero ser la mujer perfecta, la más artista o la más acogedora. Yo quiero ser yo, todo el rato....sobre todo, no quiero por un segundo, dejar de ser libre.